Desde su inauguración en diciembre, el Metro de Quito se presentó como una solución de movilidad esperada durante décadas. Sin embargo, apenas unos meses después de su apertura, el sistema enfrenta serias dificultades operativas que han puesto en duda su fiabilidad y mantenimiento.
Un sistema de transporte que no cumple las expectativas
El sistema de transporte subterráneo de la capital ecuatoriana ha registrado fallas técnicas recurrentes en sus trenes y estaciones. Estas interrupciones no solo han afectado la rutina diaria de miles de quiteños, sino que también han encendido las alertas dentro del Concejo Metropolitano de Quito.
Uno de los episodios más recientes ocurrió el viernes 9 de mayo de 2025, cuando una avería en las puertas de la unidad T511, en la estación La Magdalena, obligó a suspender el servicio durante más de una hora. Esto provocó que el sistema operara de forma parcial, afectando especialmente a los usuarios que se desplazaban entre Quitumbe y San Francisco.
El Concejo exige explicaciones
Ante la creciente preocupación ciudadana, la concejala María Fernanda Racines, presidenta de la Comisión de Movilidad, presentó una solicitud formal de comparecencia urgente para las autoridades del Metro de Quito, incluyendo al Gerente General de la Epmmq y al representante de la Empresa Operadora.
Según la edil, los incidentes registrados entre el 6 y el 9 de mayo representan una situación de “emergencia y coyuntura”, que amerita una explicación pública ante el Concejo. El objetivo: determinar el estado real del sistema y conocer las medidas correctivas adoptadas para evitar futuras paralizaciones.

Fallas recurrentes y sin solución aparente
Estas no son fallas aisladas. También se reportaron problemas técnicos el martes 6 y miércoles 7 de mayo, con interrupciones del servicio en distintos tramos de la red. Los usuarios, frustrados, denunciaron en redes sociales la situación:
“Otra vez el Metro paralizado y nadie da explicaciones. ¿Así funciona el transporte moderno?”, escribió Carlos Jaramillo en la red social X.
Imágenes de andenes colapsados, filas interminables y usuarios buscando alternativas de transporte como buses y taxis circularon ampliamente en plataformas digitales, generando un fuerte malestar ciudadano.
¿Fallas técnicas o responsabilidad compartida?
La Empresa Operadora del Metro ha atribuido algunas de las fallas a un uso inadecuado por parte de los pasajeros, algo que ha generado más indignación. La ciudadanía exige que se transparenten las causas reales de los desperfectos y que se fortalezcan los protocolos de mantenimiento y prevención.
Expertos en movilidad urbana señalan que un sistema de esta magnitud debe contar con controles técnicos rigurosos, especialmente durante su fase inicial de operación. “La puesta en marcha no debe implicar improvisación”, advierten.
Impacto en la confianza ciudadana
La serie de incidentes ha generado una pérdida de confianza en lo que debía ser el proyecto emblema de movilidad sostenible en la capital. Miles de usuarios dependen diariamente del Metro, y cada interrupción representa no solo un inconveniente logístico, sino una fractura en la credibilidad institucional.
Este contexto refuerza la necesidad de que las autoridades realicen una rendición de cuentas efectiva, con datos precisos, cronogramas de reparación y estrategias para garantizar la continuidad del servicio.
¿Qué debe mejorar el Metro de Quito?
Las principales áreas que requieren atención inmediata son:
- Mantenimiento preventivo y revisión constante de trenes y puertas automáticas.
- Mejor comunicación en tiempo real con los usuarios ante cortes del servicio.
- Educación al usuario sobre el uso adecuado del sistema sin caer en culpabilizaciones.
- Transparencia en la gestión operativa por parte de la Epmmq y las entidades responsables.
Conclusiones: más control, menos improvisación
El Metro de Quito representa una inversión millonaria y una promesa de transformación urbana. Pero sus fallas constantes revelan que la planificación y el mantenimiento no estuvieron a la altura de las expectativas.
La comparecencia exigida por la concejala Fernanda Racines marca un punto de inflexión. Los ciudadanos merecen una movilidad eficiente, segura y confiable, y para ello se requiere compromiso político, técnico y administrativo, no excusas.



